1981, TRISTE AÑO NUEVO
EN LIZARRA
Mientras en la calle miles de personas
recibían a ritmo de turrón y confetis la llegada del nuevo año 1981, la vida de
Manuel de Irujo se fue apagando lentamente en la habitación 110 del Hospital de
Navarra. Aquellas navidades tuvieron un sabor más agrio que dulce para los
nacionalistas vascos.
El “león navarro”, gladiador de mil y una
batallas a lo largo de su dilatada vida política, no pudo reponerse de la
trombosis cerebral que le sobrevino el
A las 4 de la madrugada del 1 de enero su
hija Mirentxu, su nieta Mirentxiki y su sobrino Jose Mari Gerendiain (que no se
separaron un momento de la cama hospitalaria), dieron cuenta del fatal
desenlace. No por esperada, ya que su estado era crítico hacía semanas, la
noticia de la muerte de Don Manuel causó un profundo impacto en todo Euskal
Herria
Las muestras de dolor se prodigaron con el
alba de Año Nuevo. A las 11 de la mañana el féretro con sus restos mortales,
cubierto por la ikurriña, fue sacado a hombros del Hospital de Navarra por
varios militantes nacionalistas en presencia de destacados miembros del
Gobierno vasco y el Parlamento Foral. En la puerta del centro hospitalario sonó
un emotivo Agur Jaunak interpretado por varios txistularis y la comitiva
fúnebre enfiló por el puerto de El Perdón y Garés camino de su querida
Lizarra.
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Capilla ardiente de Lizarra instalada en la casa nativa de los Irujo |
A
El sábado 3 de enero, Lizarra fue punto de
encuentro para miles de abertzales llegados desde todos los rincones de Euskal
Herria.
Poco antes de
Terminado
el oficio religioso, el féretro, cubierto en este caso por la bandera de
Lizarra/Estella, fue recibido a la salida de la iglesia con interminables
aplausos y gritos reivindicativos: “Nafarroa, Euskadi da!” o “Gora Euskadi
askatuta!”.
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Su hija Mirentxu despide a su aita en Lizarra |
Una
veintena de txistularis volvió a entonar el Agur Jaunak y acompañó el traslado
del féretro por el Paseo de la Inmaculada hasta el portal de San Agustín. Desde
allá viajó finalmente en un furgón funerario al cementerio estellés. Su hija
Mirenxu, hermanos (Pello Mari y Josefina), sobrinos, nietos y la amplísima
representación de la familia nacionalista que se dio cita en la Ciudad del Ega
se despidieron del viejo luchador por las libertades. En el panteón familiar,
la tierra llegada desde los diferentes territorios vascos se depositó suavemente
sobre el féretro. También lo hizo la enviada por su hermano Andrés desde
Argentina (en representación de toda la diáspora vasca que padeció la represión
franquista).
Satur Leoz
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