Año 2007 URTEA Premio Manuel Irujo

jueves, 25 de marzo de 2021

2021 Irujo un político excepcional

 

Cuando hay muchos hombres sin decoro, hay siempre otros que tienen en sí el decoro de muchos hombres. Esos son los que se rebelan con fuerza terrible contra los que le roban a su pueblo su libertad, que es robarles a los hombres su decoro. En esos nombres van miles de hombres, va un pueblo entero, va la dignidad humana. Esos hombres son sagrados". Para mí, uno de estos hombres sagrados, fue Don Manuel Irujo. En toda una vida de partido y de peleas, en 36 años de representación parlamentaria he conocido mucha gente, muchos políticos, diputados y senadores, parlamentarios forales y nacionales vascos, Junteros y académicos, médicos y abogados, líderes extranjeros, pelmazos y hombres y mujeres brillantes, agoreros y  consecuentes, superficiales y con sindéresis, aquí y en todas partes del mundo y he de decir que para mí, si tuviera que responder cual ha sido la quintaesencia de un político a poner como referencia diría que lo fue y lo es Don Manuel Irujo Ollo, natural de Lizarra-Estella, y del que ustedes aquí se tienen que sentir orgullosos. En su funeral el sacerdote que ofició en el evangelio dijo que hombres así justificaban una generación. Yo digo más. Hombres así justifican la buena política. La política con mayúsculas.

 

Irujo saluda a sus paisanos en su regreso del largo exilio en la balconada del Puy
 

Cuentan que había un músico solitario que iba de pueblo en pueblo con su arpa atada a una mula. Tocaba sus melodías, conseguía un dinerito e iba al siguiente pueblo. Una vez unos ladrones le asaltaron y le robaron su mula, su arpa, sus dineritos y le dieron una paliza que lo dejaron tirado. Cuando fueron a recogerlo él les contó lo que le habían pasado y como le habían robado todo incluso su querida arpa y su mula, pero, al final, con una sonrisa maliciosa les dijo: -Me han robado todo menos la música, mi música. A Don Manuel quisieron robarle todo: su familia, la casa donde había nacido, sus libros, su despacho, le rompieron su vida y lo aventaron por medio mundo. Pero él, cuando volvió a Estella pudo decir como el arpista que le habían robado todo excepto su Lizarra, su música predicando la paz y la armonía, su genio de buen navarro y su inmensa calidad humana.

 

 

Eso es para mí lo que representa Don Manuel y también este premio, que debería perpetuarse y promover la publicación de todas sus cartas y escritos y aquí, en su Lizarra, la erección de una estatua en su memoria. No vamos a ser menos que Londres con Churchill o Madrid con Cánovas. Decía Miguel Ángel Asturias que si le das mil palos al agua sigue siendo agua. Si le das mil palos al suelo, sigue siendo el suelo. Si le das mil palos al aire, sigue siendo el aire y, añadimos, si le das mil palos a Irujo sigue siendo Irujo, la persona más representativa de la Navarra y de Euzkadi del siglo XX.

 

Iñaki Anasagasti Olabeaga

Manuel Irujo saria 2017

 

 Parlamentari, Diputatu eta Senatore ohia

 

 

 

 

 

 

miércoles, 24 de marzo de 2021

2021 Irujo un hombre vasco

 

Voy a relatar la historia de un hombre al que conocí, traté, quise y admiré y cuya biografía escribí y publicó la Fundación Sabino Arana. De un hombre cuyo sobrino, Pello Irujo, fue mi esposo, padre de mis cuatro hijos y abuelo de mis once nietos. Llevan apellido Irujo y de eso me he sentido orgullosa porque fue hombre y los fueron todos los de su familia, de prédica política humanista. Hombre de paz aun en la guerra y fundamento nacionalista vasco en momentos de derrota.

 

Portada de la biografía de Manuel Irujo  escrito por Arantza Amezaga

 

Trabajador incansable, hablaba y escribía con claridad, exhibiendo un mensaje directo y combinándolo con una argumentación precisa y extensa. Autor de cinco libros entre ellos para mi el preferido Instituciones Jurídicas vascas, publicado por Ekin de Buenos Aires, 1945 y de mas de mil artículos en la prensa de su tiempo, fue redactor infatigable de cartas, incansable orador en las campañas de Euskadi antes de la guerra civil, y en los años que remontábamos una nueva forma de cohesión política vasca. Lloró, como lo hizo en su juventud frente al Teatro Gayarre donde se rompió con mala saña el Estatuto Vasco-Navarro, la esperanza de reunión vasca desde la pérdida del reino de Nabarra, y el alejamiento de Nabarra del cuerpo vasco que ensayábamos, con el nuevo Estatuto de Gernika, pero optimista nos lanzaba mensajes de una futura reunión de los siete pueblos vascos porque era imperativo natural.

 

 

Portada del libro  de la historia de Euskal Herria en una familia: los IRUJO escrito por Arantza Amezaga

En la madrugaba del Año nuevo de 1981 Manuel Irujo, el patriarca de la política vasca, nos dejó. Había sufrido un ictus y caminaba a los cien años. Dejó el país mejor de lo que lo encontró. Y después del tránsito por el desierto de su derrota y exilio, en sus mïtines finales nos abría los largos brazos de su fuerte cuerpo para abrazarnos al modo en que Sabino Arana, lo hizo en su niñez cuando correteaba en su huerta de Abando, para impregnarnos del recuerdo del dirigente que prendió la luz de nuestro reconocimiento nacional y del que fue abogado defensor su padre Daniel con su apasionante Defensa de un patriota. Y repetía en familia y en mítines, en su corazón ardiente y en sus labios fluidos, la frase que refleja una política y un veredicto: Mi única Constitución es Gora Euskadi Askatuta.

 

 

Arantzazu Ametzaga Iribarren.

Manuel Irujo saria 2016

 

 Bibliotecaria y escritora.

jueves, 4 de marzo de 2021

2021 Irujo un hombre de paz

 

Manuel Irujo Ollo, un hombre de paz


Irujo, como el resto de su generación, tuvieron que enfrentarse a una guerra cuando eran gente de paz. “Éramos gente con anhelos de justicia social canalizada en una norma jurídica que sea contenido de un régimen de derecho…”, decía en una entrevista.

Manuel Irujo es de esas personas excepcionales que, en situaciones de crisis, de violencia desatada como a él le tocó vivir, saben sacar lo mejor de sí mismo para ponerse al servicio de los demás, en la defensa de la vida humana, de sus derechos y las leyes por encima otra cosa. Irujo vivió la guerra, la sufrió, pero nunca se arredró en la defensa de sus ideales. Porque sus principios humanistas daban el máximo valor a la vida humana, y porque su profunda formación jurídica se rebelaba contra aquella ausencia de un régimen de Derecho.

Irujo en plena guerra civil visitando un hospital

 “El incumplimiento o la trasgresión de la moral y la ley por el prójimo no excusan el incumplimiento o la trasgresión por uno mismo. Yo tenía el deber misterioso de salvar vidas humanas” decía en su vuelta al País Vasco. “Lo cumplí, sin otro límite que el de ser fiel al régimen que servía. No pocos republicanos, y entre ellos no pocos vascos deben la vida a canjes. Y para lograrlos había que ofrecer en el cambio seres vivos, no cadáveres”.

Trabajó intensamente para evitar los desmanes que la sublevación militar había provocado en el campo republicano, logrando reconducir el poder judicial. En la reorganización del gobierno del 17 de mayo de 1937 fue designado Ministro de Justicia, tarea en la que trabajó hasta el 10 de diciembre, fecha en que dimitió en protesta contra la insuficiencia de garantías de la independencia de los tribunales. Cuando llega el momento en que se pone en juego su sentido de la rectitud moral no aceptaba injusticias.

            

Ana Ollo Hualde.


Consejera de Relaciones Ciudadanas

Herritarrekiko Harremanatako Kontseilaria.