Recordando estos días aquel premio Irujo del
año 2013, entregado a Fortunato, hay un momento recogido en el vídeo de dicho
premio en el que Mirentxu y Mikele toman la palabra para agradecerlo y
finalizan con la siguiente frase: Los mataron, pero no pensaron que los muertos
tenían vivos, y los vivos memoria.
Y es que en un tiempo donde la
esperanza parece alejarse de nuevo, donde las posiciones más extremas quieren
ganar peso en la sociedad, la memoria en recuerdo a Fortunato Agirre y a esa
infatigable generación de defensores de los ideales democráticos deben guiar
nuestra actividad. Principios como el Esfuerzo, humanidad, nobleza, pero, sobre
todo, diálogo.
Hombre dialogante y bueno,
Fortunato fue elegido alcalde por unanimidad. Tanto concejales de izquierda
como de derecha votaron por él. Su trabajo demostró que no se habían
equivocado. Combatió el paro obrero, construyó carreteras, el túnel y puente
que posteriormente llevaría su nombre, mejoró el alcantarillado y la
pavimentación, fue uno de los fundadores de la primera ikastola de Lizarra y
trazó el ensanche de la ciudad. Durante su etapa como alcalde la ciudad
progresó económica, social y culturalmente.
En definitiva, Fortunato Agirre fue un buen alcalde para
Estella-Lizarra.
De hecho, seguro que la Lizarra de hoy no
sería la misma sin el trabajo de Agirre esos años. Y es que no hay secretos, si
queremos que la ciudad progrese, si queremos que nuestra sociedad se mantenga
cohesionada debemos aplicar y seguir los principios que aquella generación
siguió. Debemos en definitiva mantener vivo su recuerdo.
La importancia de conservar
precisamente esa memoria, la memoria de los defensores de la democracia, la
memoria de Fortunato, radica en que sus actos, años después, siguen siendo una
advertencia para la sociedad actual. Su memoria nos recuerda que debemos ser
vigilantes en defensa de la libertad y la democracia.
Para terminar, no quisiera dejar de nombrar a tres personas
más: Clemente Ros y a Federico Leza por un lado, jefe de la policía municipal
de Lizarra y alguacil quienes fueron también asesinados por defender los
principios democráticos. Y por otro lado un emocionado recuerdo a Elvira
Aristizábal, esposa de Fortunato quien con todo el esfuerzo del mundo supo
sacar adelante una familia en las condiciones más adversas
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