Año 2007 URTEA Premio Manuel Irujo

sábado, 8 de octubre de 2022

2022 Pablo Ezkurraren hitzak

 


 Recordando estos días aquel premio Irujo del año 2013, entregado a Fortunato, hay un momento recogido en el vídeo de dicho premio en el que Mirentxu y Mikele toman la palabra para agradecerlo y finalizan con la siguiente frase: Los mataron, pero no pensaron que los muertos tenían vivos, y los vivos memoria.

 

Y es que en un tiempo donde la esperanza parece alejarse de nuevo, donde las posiciones más extremas quieren ganar peso en la sociedad, la memoria en recuerdo a Fortunato Agirre y a esa infatigable generación de defensores de los ideales democráticos deben guiar nuestra actividad. Principios como el Esfuerzo, humanidad, nobleza, pero, sobre todo, diálogo.

 

Hombre dialogante y bueno, Fortunato fue elegido alcalde por unanimidad. Tanto concejales de izquierda como de derecha votaron por él. Su trabajo demostró que no se habían equivocado. Combatió el paro obrero, construyó carreteras, el túnel y puente que posteriormente llevaría su nombre, mejoró el alcantarillado y la pavimentación, fue uno de los fundadores de la primera ikastola de Lizarra y trazó el ensanche de la ciudad. Durante su etapa como alcalde la ciudad progresó económica, social y culturalmente.

 

 En definitiva,  Fortunato Agirre fue un buen alcalde para Estella-Lizarra.

 

 De hecho, seguro que la Lizarra de hoy no sería la misma sin el trabajo de Agirre esos años. Y es que no hay secretos, si queremos que la ciudad progrese, si queremos que nuestra sociedad se mantenga cohesionada debemos aplicar y seguir los principios que aquella generación siguió. Debemos en definitiva mantener vivo su recuerdo.

 

La importancia de conservar precisamente esa memoria, la memoria de los defensores de la democracia, la memoria de Fortunato, radica en que sus actos, años después, siguen siendo una advertencia para la sociedad actual. Su memoria nos recuerda que debemos ser vigilantes en defensa de la libertad y la democracia.

 

Para terminar,  no quisiera dejar de nombrar a tres personas más: Clemente Ros y a Federico Leza por un lado, jefe de la policía municipal de Lizarra y alguacil quienes fueron también asesinados por defender los principios democráticos. Y por otro lado un emocionado recuerdo a Elvira Aristizábal, esposa de Fortunato quien con todo el esfuerzo del mundo supo sacar adelante una familia en las condiciones más adversas

 


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