Cuando hay muchos hombres sin decoro, hay siempre
otros que tienen en sí el decoro de muchos hombres. Esos son los que se rebelan
con fuerza terrible contra los que le roban a su pueblo su libertad, que es
robarles a los hombres su decoro. En esos nombres van miles de hombres, va un
pueblo entero, va la dignidad humana. Esos hombres son sagrados". Para mí,
uno de estos hombres sagrados, fue Don Manuel Irujo. En toda una vida de
partido y de peleas, en 36 años de representación parlamentaria he conocido
mucha gente, muchos políticos, diputados y senadores, parlamentarios forales y
nacionales vascos, Junteros y académicos, médicos y abogados, líderes
extranjeros, pelmazos y hombres y mujeres brillantes, agoreros y consecuentes, superficiales y con sindéresis,
aquí y en todas partes del mundo y he de decir que para mí, si tuviera que
responder cual ha sido la quintaesencia de un político a poner como referencia
diría que lo fue y lo es Don Manuel Irujo Ollo, natural de Lizarra-Estella, y
del que ustedes aquí se tienen que sentir orgullosos. En su funeral el
sacerdote que ofició en el evangelio dijo que hombres así justificaban una
generación. Yo digo más. Hombres así justifican la buena política. La política
con mayúsculas.
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Irujo saluda a sus paisanos en su regreso del largo exilio en la balconada del Puy |
Cuentan que había un músico solitario que iba de
pueblo en pueblo con su arpa atada a una mula. Tocaba sus melodías, conseguía
un dinerito e iba al siguiente pueblo. Una vez unos ladrones le asaltaron y le
robaron su mula, su arpa, sus dineritos y le dieron una paliza que lo dejaron
tirado. Cuando fueron a recogerlo él les contó lo que le habían pasado y como
le habían robado todo incluso su querida arpa y su mula, pero, al final, con
una sonrisa maliciosa les dijo: -Me han robado todo menos la música, mi música.
A Don Manuel quisieron robarle todo: su familia, la casa donde había nacido,
sus libros, su despacho, le rompieron su vida y lo aventaron por medio mundo.
Pero él, cuando volvió a Estella pudo decir como el arpista que le habían
robado todo excepto su Lizarra, su música predicando la paz y la armonía, su
genio de buen navarro y su inmensa calidad humana.
Eso es para mí lo que representa Don Manuel y
también este premio, que debería perpetuarse y promover la publicación de todas
sus cartas y escritos y aquí, en su Lizarra, la erección de una estatua en su
memoria. No vamos a ser menos que Londres con Churchill o Madrid con Cánovas. Decía
Miguel Ángel Asturias que si le das mil palos al agua sigue siendo agua. Si le
das mil palos al suelo, sigue siendo el suelo. Si le das mil palos al aire,
sigue siendo el aire y, añadimos, si le das mil palos a Irujo sigue siendo
Irujo, la persona más representativa de la Navarra y de Euzkadi del siglo XX.
Iñaki Anasagasti Olabeaga
Manuel Irujo saria 2017
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