Voy
a relatar la historia de un hombre al que conocí, traté, quise y admiré y cuya
biografía escribí y publicó la Fundación Sabino Arana. De un hombre cuyo
sobrino, Pello Irujo, fue mi esposo, padre de mis cuatro hijos y abuelo de mis
once nietos. Llevan apellido Irujo y de eso me he sentido orgullosa porque fue
hombre y los fueron todos los de su familia, de prédica política humanista.
Hombre de paz aun en la guerra y fundamento nacionalista vasco en momentos de
derrota.
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Portada de la biografía de Manuel Irujo escrito por Arantza Amezaga |
Trabajador
incansable, hablaba y escribía con claridad, exhibiendo un mensaje directo y
combinándolo con una argumentación precisa y extensa. Autor de cinco libros
entre ellos para mi el preferido Instituciones
Jurídicas vascas, publicado por Ekin de Buenos Aires, 1945
y de mas de mil artículos en la prensa de su tiempo, fue redactor infatigable
de cartas, incansable orador en las campañas de Euskadi antes de la guerra
civil, y en los años que remontábamos una nueva forma de cohesión política
vasca. Lloró, como lo hizo en su juventud frente al Teatro Gayarre donde se
rompió con mala saña el Estatuto Vasco-Navarro, la
esperanza de reunión vasca desde la pérdida del reino de Nabarra, y el
alejamiento de Nabarra del cuerpo vasco que ensayábamos, con el nuevo Estatuto
de Gernika, pero optimista nos lanzaba mensajes de una futura reunión de los
siete pueblos vascos porque era imperativo natural.
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Portada del libro de la historia de Euskal Herria en una familia: los IRUJO escrito por Arantza Amezaga |
En la madrugaba
del Año nuevo de 1981 Manuel Irujo, el patriarca de la política vasca, nos
dejó. Había sufrido un ictus y caminaba a los cien años. Dejó el país mejor de
lo que lo encontró. Y después del tránsito por el desierto de su derrota y
exilio, en sus mïtines finales nos abría los largos brazos de su fuerte cuerpo
para abrazarnos al modo en que Sabino Arana, lo hizo en su niñez cuando
correteaba en su huerta de Abando, para impregnarnos del recuerdo del dirigente
que prendió la luz de nuestro reconocimiento nacional y del que fue abogado
defensor su padre Daniel con su apasionante Defensa de un patriota. Y repetía en familia y
en mítines, en su corazón ardiente y en sus labios fluidos, la frase que
refleja una política y un veredicto: Mi
única Constitución es Gora Euskadi Askatuta.
Arantzazu Ametzaga Iribarren.
Manuel Irujo saria 2016
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