Año 2007 URTEA Premio Manuel Irujo

jueves, 26 de septiembre de 2013

2006 Un diputado jeltzale en las cortes republicanas

 

MANUEL IRUJO;

 UN DIPUTADO JELTZALE EN LAS CORTES REPUBLICANAS

            Josu Erkoreka 


 

Bost urteko tartea dago 1931eko apirilaren  14an II. Errepublika aldarrikatu zenetik  1936ko uztailaren 16ko altxamendu militarra gertatu arte. Eta, tarte horretan hain zuzen,  errepublikak hiru legegintzaldi ezagutu zituen: Konstituziogilea ( 1931-1933), erradikal-zedista  biurtekoa, bi urteko beltza izenarekin ere ezagutzen dena ( 1933-1935) eta  Fronte Popularrarena, hots, 1936ko otsaila-martxoko hauteskundeekin hasi zena eta, ondo jakina denez,  hilabete gutxi batzuetako ohiko jarduera besterik izan ez zuena.

 

Irujok Errepublikaren gorteetan egin zuen lana arestian aipaturiko bi legegintzaldietan gauzatu zen, hau da 1933ko azaroa eta 1936 urteko azken zatiaren artean. Aldi honen ostean, Lizarrako diputatuak behin baino gehiagotan hartu zuen hitza Errepublikaren Gorteetan; baina hauek salbuespenezko hitzegiteak izan ziren, unean unekoak, guda zibil garaian edo hau amaitu zelarik, erbestearen eragozpen mingotsen artean, errepublikaren  su garra bizirik mantentzeko ahaleginak egiten zituen parlamentuan.



 La labor parlamentaria de Irujo en calidad argumental y dialéctica

 

Para participar con éxito en unas Cortes como las descritas en el epígrafe 2 –ágiles, enconadas y cargadas de interrupciones− se requerían temple y frialdad. Sin ellos, era fácil ceder a las provocaciones y responder a las invectivas con reacciones desaforadas. Pero además, se requerían, también, agilidad mental y rapidez de respuesta. No bastaba la elocuencia florida típica de los foros sosegados. Se precisaba, también, una cierta capacidad de reacción, para formular, improvisadamente, respuestas atinadas, pero rápidas. Una réplica −incluso una buena réplica− formulada fuera de tiempo, perdía gran parte de su efectividad. En este difícil entorno, Irujo dejó claras muestras de las habilidades dialécticas que le adornaban. Rara vez perdía la compostura, haciendo gala de un temple envidiable.

 

En una ocasión, se encontraba defendiendo un voto particular cuando irrumpió en la sala Calvo Sotelo, que venía a tomar posesión de su escaño. En la tribuna de visitas, particularmente concurrida, reinaba una gran expectación. La intervención de Irujo versaba sobre una compleja y árida cuestión jurídica, que revestía un escaso interés para el gran público. En un gesto destinado a complacer al público, el presidente sugirió, sutilmente, a Irujo, que concluyese su intervención, observando que, acaso, sus alegaciones “serían mejor recibidas por la Cámara en el momento de la rectificación”. Sin inmutarse lo más mínimo, Irujo agradeció al presidente su indicación, pero repuso: “por muy importante que sea que jure un Diputado, lo es mucho más tratar de asuntos que afectan a la economía de un país”. Y dicho esto, continuó hablando hasta que concluyó cumplidamente el tiempo previsto para su intervención.

 

Irujo era igualmente muy tenaz en la defensa de sus planteamientos. En el debate sobre la Ley municipal, donde exhibió su capacidad dialéctica y sus dotes como polemista, de reflejos rápidos y certeros, defendió los postulados de la minoría con especial pertinacia. Hasta tal extremo que, en la sesión plenaria del 28 de marzo de 1935, el diputado Vega de la Iglesia tuvo casi que pedirle excusas por no aceptar todas sus enmiendas: “No podrá tener queja el Sr. Irujo de esta Comisión (El Sr. Irujo: No la tengo), porque le ha aceptado muchísimo; pero tiene que comprender SS que no en todos los puntos podemos estar totalmente de acuerdo”.

 

Billete de libre circulación que obtuvo Irujo como Diputado a Cortes

Tampoco le faltaba agilidad para la réplica directa. Las críticas que, a su estreno como parlamentario, le dirigieron por su condición novel, supo encajarlas con elegancia y convertirlas, hábilmente, en eficaz herramienta para el debate. Recuérdese que, utilizada con inteligencia, la asunción de las propias limitaciones puede convertirse en una eficaz arma dialéctica. Al diputado Martínez Hervás que le tildó de poco experimentado le respondió con sorna: “Claro que yo, novel o ingenuo (no sé cuál de los dos calificativos me aplicó ayer SS, aunque los dos me cuadran), voy a tratar de referirme a la enmienda…”. En otra ocasión en la que hablaba de abrir una esperanza a la defensa de la economía, un diputado le interrumpió observando en tono sarcástico: “¡qué bonito es eso!”; a lo que Irujo repuso “Bonito o feo, cada uno dice las cosas como sabe; cuando yo tenga la experiencia y el saber de SS podré decir cosas que no sean bonitas


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