La historia que nos enseñaron los vencedores
La historia no se detiene y cada pueblo vive su tiempo intentando rehacer
el camino que trazaron sus antepasados. Cada pueblo, mediante mitos, leyendas o
hechos históricos magnificados, ha creado un universo cultural que posibilita
que los ciudadanos se sientan parte de una nación. Sin embargo, no podemos
olvidar que en la Europa del siglo XXI, dentro de algunos estados viven en
tensión naciones con diferentes sensibilidades.
Francia y España son dos claros ejemplos de estados centralistas que
construyeron mediante conquistas su actual proyecto de nación. En estos estados
considerados democráticos, vascos, occitanos, catalanes, bretones, gallegos y
otros pueblos han sufrido durante siglos un doloroso proceso de asimilación. La
colonización de estos pueblos sometidos ha sido la mejor arma para destruir su
memoria histórica. Las escuelas, los funcionarios y los altos cargos, tanto
administrativos como eclesiásticos, han sido los instrumentos más eficaces para
difundir la cultura dominante.
Este proceso de aculturización ha posibilitado que las nuevas
generaciones desconozcamos nuestro pasado cultural y en consecuencia que
asumamos como nuestras las tesis de los colonizadores. Dice la historia que los
beamonteses se arrepintieron de la ayuda prestada a los españoles cuando
comprobaron que los destinos de Nabarra habían quedado en manos de italianos y
funcionarios venidos de Castilla, pero su arrepentimiento no sirvió para mucho
ya que el futuro de un estado independiente había quedado truncado.
Después de 500 años, Nabarra se encuentra en la disyuntiva que se ha
encontrado siempre: seguimos estando divididos geográficamente y culturalmente.
Metafóricamente, podríamos hablar hoy también de agramonteses y beamonteses, de
dos grupos banderizos que defienden dos proyectos de Nabarra muy diferentes. No
podemos caer de nuevo en el error del Conde de Lerín que hizo posible la
conquista de Nabarra. Tenemos que recoger el testigo de los Jauregizar, de los
Belaz de Medrano, de los Jaso, de los Mauleón, de los Azpilkueta, de los
Bakedano, del Mariscal Pedro para reencontrarnos con la Nabarra perdida.
Debemos de recuperar el espíritu de la Gamazada para recuperar nuestras señas
de identidad. Tenemos que hacer un alto en el camino y escuchar los gritos de
“Nabarra” “Nabarra” que se extendían desde Tudela hasta el Roncal cada vez que
los navarros intentaban reconquistar el reino. No debemos caer en el juego de
los que nos quieren hacer creer que Nabarra se unió a Castilla, ya que nos
quieren dividir una vez más.
El conocimiento de los hechos
históricos acaecidos entre los años 1512 y 1530 nos puede ayudar a todos los
navarros y navarras a definir nuestro futuro. Nabarra debe seguir siendo una
nación.
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