“Es
un orgullo recibir un premio
que
lleva el nombre de un gigante como fue Irujo”
Pedro Miguel Etxenike
recibió el premio Manuel Irujo
El físico Pedro Miguel
Etxenike recibió el pasado 14 de junio el premio Manuel Irujo, otorgado por
la Asociación Irujo Etxea “como reconocimiento a su compromiso en favor del
euskera y de la cultura vasca, así como en agradecimiento por la imagen que de
la cultura vasca y de su idioma ha difundido en su entorno profesional y en su
vida cotidiana”. Etxenike, natural de Isaba, premio Príncipe de Asturias de
Investigación, manifestó su orgullo por “recibir un premio que lleva el nombre
de un gigante como fue Irujo, un hombre que por ser navarro era y se sentía
vasco, como soy y me siento yo”.
Pello Salaburu, Miren Azkarate, Pedro Miguel Etxenike, Mª Angeles Iztueta, Koldo Viñuales, y Andrés Iñigo
Irujo Etxea
Elkartea celebró la entrega del tercer Premio Manuel Irujo, una medalla de
oro con la efigie del político nacionalista y una talla de madera del seiburu
que representa el anagrama de la asociación. El galardonado este año fue el
catedrático de Física de la Materia Condesada de la UPV, Pedro Miguel Etxenike,
quien no ahorró palabras de reconocimiento hacia Manuel de Irujo, “un hombre
audaz, profundamente demócrata y que estaba convencido de que las distintas
fuerzas políticas tienen que dirimir sus diferencias entre el mutuo respeto”.
En su
opinión, Irujo “es un hombre que justifica a toda una generación y si nosotros
hemos podido avanzar es gracias al respaldo de unos pocos gigantes como Irujo”.
En ese contexto, se refirió a la cultura vasca y al euskera y manifestó que
“debemos, desde nuestra pequeñez, seguir trabajando en defensa de nuestros
ideales y, entre ellos, el florecimiento de la lingua navarrorum, diciendo al
mismo tiempo que no vamos contra nadie porque la lengua es de todos, es un
tesoro cultural, una posesión común a cuyo florecimiento toda política, en
especial si es democrática, debe favorecer”.
Con
anterioridad, el presidente de Irujo Etxea, Koldo Viñuales, pronunció un
discurso en el que dio a conocer la trayectoria de Etxenike desde su infancia
en Isaba hasta su trabajo como investigador, su reconocimiento en universidades
europeas y americanas y su paso por la política como consejero del Gobierno
Vasco. Recordó a un Etxenike que aprendió el euskera y que, como muchos otros
roncaleses y navarros, “has sido capaz de dar nueva vida a la lengua que se
perdió hace tres generaciones en Roncal”; agradeció su trabajo e ilusión “por
mantener vivas las señas de identidad de este pueblo que tanto amas”; y pidió
al galardonado “coger la antorcha que en su día llevaron Don Manuel Irujo,
José María Jimeno Jurío y José Mari Satrustegi, tres grandes personalidades que
hasta el final de sus vidas supieron mantener viva la llama de nuestra
cultura”.
Pello Salaburu, Pedro Miguel Etxenike y Koldo Viñuales
Por su parte,
Pello Salaburu, ex rector de la UPV, fue el encargado de entregar la medalla de
oro al galardonado. En su discurso, repleto de anécdotas que pusieron de
manifiesto la calidad humana y profesional de Etxenike, Salaburu destacó el
hecho de que “este premio se de en Navarra y a navarros, lo que debe suponer
una gran alegría para todos los navarros y euskaldunes”. Definió a Etxenike
como “amigo de sus amigos, por encima de todo; una persona brillante, con quien
es peligrosísimo discutir, muy brillante en la exposición y también en la
improvisación”, se refirió a él como “uno de los poco intelectuales que tenemos
en el país”, entre quienes incluyó también a Goio Monreal, y achacó a la labor
de Etxenike “el enorme salto cualitativo que se ha producido en la
investigación de este país”.
Al acto de
entrega del premio asistieron diversas personalidades, entre ellas el
presidente del Parlamento Foral y las consejeras de Cultura y educación del
Gobierno Vasco y representantes de las fundaciones Euskara Kultur Elkartea y
Sabino Arana. Asimismo, hubo una mención especial para los familiares de los
galardonados con anterioridad, José María Jimeno Jurío y Jesús Mari Satrústegi,
recientemente fallecidos. El propio Etxenike se refirió a ellos con enorme
afecto: “No me considero ni del nivel de Irujo ni de los anteriores premiados –señaló‑.
No conocía prácticamente a Jimeno Jurío, pero ya me gustaría que al final de
mis días se dijera la mitad de lo que con tanto cariño se ha dicho de él. Sí
conocí más a Satrustegi, con quien tuve el honor de trabajar durante mis años
en el Gobierno Vasco”.
Tras la
entrega del premio, amenizada por la coral Ereintza, tuvo lugar una kalejira y
txistorrada en la Plaza de Santiago, para concluir la jornada con una comida de
hermandad a la que asistieron cerca de 80 personas.
Vicky Alfonso
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