Año 2007 URTEA Premio Manuel Irujo

lunes, 14 de septiembre de 2020

2014 Sariaren Kronika

 

El presidente de Irujo Etxea relató en su ausencia la vida del escultor

La asociación Irujo Etxea entregó, en esta ocasión, el XIV Premio Manuel Irujo al artista Néstor Basterretxea por toda una vida entregada a recrear, a través de distintas obras y medios artísticos -como la escultura, la pintura o el cine-, la cultura y la identidad del pueblo vasco.

La cita se celebró el sábado 7 de junio. Comenzó con un aurresku a las 12.30 h. en la plaza Santiago y siguió con la entrega del premio en el salón de actos de la Mancomunidad de Montejurra. El presidente de Irujo Etxea, Koldo Viñuales, inauguró la ceremonia y, entre cantos de la coral Ereintza, explicó que, debido a la frágil salud del homenajeado, el galardón se le entregó dos semanas antes en su caserío ‘Idurmendieta’, de Hondarribia.

Así, el acto continuó con la lectura, por parte de Viñuales, del relato de la vida de Basterretxea, en el que se contaba cómo, nacido en Bermeo y siendo un niño, tuvo que exiliarse en Francia huyendo de la Guerra Civil, para después tener que escapar hacia América debido a la ocupación nazi. Allí, en el nuevo continente, tras una odisea que finalmente desembarcó en Buenos Aires, perdió su idioma materno, el vasco, pero no su gran amor por la tierra que le vio nacer. 

Creció en la capital argentina y comenzó a trabajar como dibujante de publicidad para Nestlé. Lo despidieron y eso le permitió centrarse en su verdadera pasión: dibujar y pintar con libertad. También allí, conoció a Oteiza, su mejor amigo, quien malvivía en Buenos Aires, y regresó a Madrid a casa de sus padres. No fue la única persona especial que conoció: se casó con María Isabel Irurzun, argentina hija de vascos, con la que decidió ir a Euskal Herria como viaje de novios. 

La pareja aterrizó en Madrid y lo primero que hizo fue a visitar a Oteiza, quien lo animó a participar en un concurso de murales en la cripta de Arantzazu. Ganó y el matrimonio pasó a vivir en la capital española. Sin embargo, interrumpió sus trabajos en el santuario por ir a Marruecos a realizar la mili y, estando allí, las autoridades eclesiásticas borraron los murales por ser ‘demasiado modernistas’. Tuvieron que pasar 30 años para que Basterretxea pudiera culminar la obra que comenzó en 1952.

Su trabajo siempre ha girado en torno a la cultura vasca. “Me preocupaba la pérdida de idiosincrasia de pueblos como los indígenas americanos o los propios vascos”, explicaba en su relato. Por ello también participó en el mundo del cine, como en el documental ‘Ama Lur’ (1966); e incluso fue Consejero de Cultura del Gobierno Vasco. 

Hoy, con 90 años, continúa colaborando en proyectos orientados a la recuperación del idioma y la cultura, tal y como explicó en un vídeo de agradecimiento por el premio Manuel Irujo, proyectado tras la lectura de su relato  biográfico y la intervención de Peio Aguirre, responsable de la exposición sobre el artista en el Museo de Bellas Artes de Bilbao. 

Los hijos de Nestor Basterretxea con el Seiburu y la medalla del Premio Manuel Irujo

Después, en nombre de su padre, Mónica y Mikel Basterretxea recogieron el anagrama de la asociación estellesa, el ‘Seiburu’ y la medalla con la efigie de Manuel Irujo. Tras cantar el ‘Agur Jauna’, el acto finalizó con un aperitivo en la plaza Santiago. 


Relato de la Revista Calle Mayor


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