Arantza e Iñaki en la entrega del premio |
Cuando Koldo Viñuales, alma
del premio Irujo, me pidió hiciera la glosa de la personalidad de Arantza
Amezaga como Premio Irujo, comencé mi disertación con la imagen del cocuyo, manera
como en Venezuela se les llama a las luciérnagas. Pequeños gusanos de luz que
marcan el suelo del trópico de forma estrellada con su luz de fuego. La
noche fue la larga dictadura franquista y los trabajos de la intelectualidad
vasca para romperla era tan constante como la de los cocuyos que la persecución
de aquella dictadura feroz impedía iluminar toda la estancia. Y otra imagen que
utilicé y que es muy coloquial en Venezuela de que hijo de gato, caza ratones. Me
refería al padre de Arantza, un intelectual que dio su mejor cosecha en
el trópico llegando incluso a traducir a Shakespeare al euskera.
Arantza, hija del exilio, encontró
el amor de su vida en Pello Irujo, otro hijo de exiliados en el Centro Vasco de
Caracas que fue un horno del vasquismo en aquel país de acogida desde
1939.Allí actuó, estudió y trabajó y allí entró en contacto con el mundo de los
Irujos que la hicieron una de sus grandes divulgadoras.
A Arantza la conocí en Caracas
y a su regreso a la patria de sus mayores le pedí colaborar en el
incipiente Euzkadi, revista hecha con pocos medios en aquellos años boreales
donde no hay número que no tenga su presencia escrita en forma de entrevista, de
artículo, de pequeña nota. Posteriormente su formación universitaria como
Bibliotecónoma y su experiencia laboral me permitieron presentarla como
valor seguro a la Mesa del Parlamento Vasco para que de la nada y sacando
libros de cajas de cartón y siguiendo el rastro a todo lo que pudiera interesar
fundó y formó la actual biblioteca de la institución legislativa de una Euzkadi
a la que le falta Navarra.
Iñakik eta Arantzak ohorezko liburuan mezuak utzi zizkiguten |
Su trabajo de escritora, articulista, divulgadora, pensadora y charlista hacen de ella toda una referencia en el mundo de la cultura vasca donde ha dejado huella con sus libros y sus reflexiones sobre lo hecho por su aita, por Don Manuel, por la radio clandestina que tuvimos en Venezuela y donde su esposo Pello era uno de los locutores y en la sucesión de sus hijos que siguen la estela familiar. Nadie con más méritos para recibir el premio Manuel de Irujo y nadie con más muescas en la culata para ser merecedora de total reconocimiento.
Iñaki entregando a Arantza la medalla de Irujo |
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