Año 2007 URTEA Premio Manuel Irujo

lunes, 29 de junio de 2020

2010 Sariaren kronika


La entrega del décimo Premio Manuel de Irujo se convirtió en un momento para el recuerdo y la emoción y sirvió como reconocimiento a la primera maestra de la Escuela Vasca de Estella-Lizarra, Petra Azpiroz Lazkano, que impartió clases en euskera en la ciudad durante la Segunda República. La familia de la andereño recogió en su nombre el premio que a título póstumo le ha concedido Irujo Etxea Elkartea

La ilusión de la jovencísima Petra Azpiroz, que con 19 años comenzó a impartir clases en un piso de la plaza de Los Fueros, no duró mucho ya que, apenas tres años después la escuela se cerró tras el golpe militar de 1936 y la posterior Guerra Civil. En el verano del 36, el comandante jefe de Estella emitió un bando en el que se prohibía utilizar el euskera y además se instaba a entregar los libros de la escuela vasca, que ardieron en una hoguera en la plaza. Por su parte, la maestra Petra Azpiroz fue declarada "persona indeseable" y se le inhabilitó para ejercer la docencia, una labor que nunca más volvió a ejercer.

La familia de la desaparecida andereño, representada por sus hijas Arantxa, Karmentxu, Maxu, Mirentxu y Ane Ardanaz Azpiroz, así como por siete nietos y dos biznietas, no pudo reprimir la emoción y las lágrimas durante el acto, que se inició con el aurresku de honor bailado en la plaza de la Coronación por la dantzari de Ibai Ega Tamara Comas con las notas de los txistularis Padre Hilario Olazarán.
                      



Ya en el interior de la Escuela de Música, y tras el saludo a cargo de la Coral Ereintza, la hija de Petra Azpíroz, Arantxa Ardanaz, recibió la medalla y la escultura de manos del presidente de Irujo Etxea Elkartea, Koldo Viñuales, y del historiador Josu Txueka. Ardanaz agradeció el reconocimiento y aseguró que "nos llena de orgullo, sobre todo porque supone la devolución de la honra que tan injustamente le fue arrebatada a nuestra madre, cuando le quitaron el título de Magisterio, le prohibieron ejercer la docencia y la declararon persona indeseable". La hija de Petra Azpíroz recordó que para su madre "los años en Lizarra fueron intensos y felices. Siempre amó a esta ciudad y de aquí eran varios de sus amigos más especiales, como Mirentxu Irujo, con quien mantuvo la amistad hasta el final". Arantxa Ardanaz quiso agradecer "a Eusko Ikaskuntza, que confió en la juventud de Petra, una mujer, para llevar a cabo un proyecto tan importante".

Por su parte, Koldo Viñuales recordó que "en aquellos años la presencia del euskara era testimonial, pero en el seno de algunas familias se seguía manteniendo vivo el sentimiento vasco. Sentimiento que se hizo realidad cuando en 1933 y con ayuda del Ayuntamiento y de su alcalde Fortunato Aguirre se empezaron a impartir clases en euskara. El eslabón roto de la cadena se había restaurado y de nuevo el euskara volvía a escucharse en Estella-Lizarra".
                                       
Tanto Arantxa Ardanaz como Koldo Viñuales recordaron que aquella escuela "fue moderna, dinámica y participativa". Así, destacaron que "era un proyecto moderno para su tiempo. Se daba mucha importancia a la enseñanza de la música, gimnasia o danza y además era un centro mixto al que acudían niñas y niñas. Fueron tres años intensos en los que Petra lo dio todo. A principios de julio del 36 Petra se despidió de sus alumnos hasta el curso próximo. Un curso que no llegaría".

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